Se hacian las cuatro de la tarde y yo esperando que el Dr. llegara. En eso se acercan a la puerta dos señoras viejitas, una de ellas me preguntan si esperaba a la doctora, le respondo que al Dr. En los diez minutos que esperamos a que se haga la hora y abra el consultorio la secretaria, llega un tercer viejito, de esos que te dan ternura por la forma de caminar, la manera en que están vestidos,etc. Éste no era excepción, con una boina de color marrón y un tapado de gamulán casi se cae al no ver el primer escalón y dice muy animado: "Casi compro el edificio".
Al llegar al consultorio donde atendían los Drs. se sienta y espera con paciencia que la secretaria le tomara los datos para que así la doctora pudiera recetarle los medicamentos que tenia que comprar. Se levanta, le dice el nombre, era uno de esos que ya no se escuchan así como Eutanasio o algo por el estilo, cuando Marta, la secretaria, le pregunta la edad el responde 88, con ojos de nene cuando le están por dar algún caramelo. Le miro la cara y me dice: " Ochenta y ocho años, toda una vida, qué lindo sería volver a tener siete años, aunque haya que ir a la escuela".
Le sonrío y se me eriza la piel.
sábado, 11 de julio de 2009
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Esas cosas que nos pasan en la vida que nos hacen dar cuenta de muchas cosas, cosas sencillas que hay que disfrutar del día a día.
ResponderEliminarTe amo muchísimo mi uvita china con tele (L).
Y... ahora con el EGB es todo mas jodido.
ResponderEliminarY a mi se me erizó también. Que lindo todavía gente así.
ResponderEliminarTe amo amiga :)
me emociona tanto hablar, ver, escuchar a los viejitos. Me hacen acordar a mi abuelo. Quien no quiere volver a los 7? Que lindo que con 88 todavía haga chistes, salga solo, pueda caminar, y dar lecciones de vida.
ResponderEliminarte amo agus
nos vemos