Lo he visto morir sí, pero yo no he sido. Solamente me quede al lado de su tibio cuerpo para que cuando la noche se le viniera encima y se fuera enfriando no estuviera solo, nadie por más malvado que sea, merece morir de esa manera - dijo con los ojos llorosos aquella prostituta.
No te creo un carajo, mira, estas acá por que encontramos evidencias en tu contra, asique va a ser mejor que hables y dejes de filosofar. Empeza por contar tu historia.
Está bien, con voz temblorosa empezó a articular palabras. Pía, mi nombre es Pía, dijo la pequeña mujer (no tenía ni siquiera los veintiún años cumplidos) y soy una prostituta, una persona que necesita trabajar en las calles para no morirse de hambre. No hago otra cosa que sobrevivir en esta sociedad de mierda que me tocó vivir. No merezco estar así, no me merecía tener la infancia que tuve y no me merecía pasar por todo lo que pasé.
¿Y qué fue eso tan dolorooooso que pasaste, se puede saber? – pregunta el policía con aires de superior(o eso era lo que él se creía)
Un cerdo como usted, nunca lo entendería. Pía saca fuerzas de su recoveco más profundo del alma y lo escupe. El policía, no quedándose atrás, la da vuelta la cara de una cachetada.
Ya es suficiente Juárez se puede retirar – dijo el detective Mcman cuando entro a la sala de interrogatorio
Pía elevo la mirada, nunca antes en su vida había visto belleza alguna.
sábado, 6 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario